Había un instituto público al que podríamos llamar “IES Laura Gallego”, llevaba muchos años abierto y estaba un poco anticuado
y deteriorado, las aulas eran pequeñas, con poca ventilación e iluminación, y
resultaba incómodo para pasar todos los días bastantes horas dentro. A simple
vista parecía casi hasta abandonado y no tenían tantos alumnos como deberían
para que interesara a las autoridades educativas realizar mejoras en el aspecto
del instituto.
Había un personal docente con mucha experiencia pero poca innovación, es
decir, utilizaban un modelo de educación formal en el que los maestros y
maestras explicaban el contenido del curso en las clases mientras los alumnos
escribían en silencio, es decir, eran pasivos dentro del aula, no tenían la opción
de elegir u opinar sobre cómo podían ser las clases ni participar activamente
en éstas. Por este motivo las clases en el colegio eran muy monótonas, y los
chicos y chicas no aprendían de una forma efectiva, simplemente era un
aprendizaje automático para hacer el examen y olvidarse de todo lo que les
habían explicado. Los alumnos y alumnas eran conscientes de que había que
cambiar algo, y luchaban para intentar conseguir nuevos métodos de enseñanza
para que las clases fuesen más útiles e interesantes.
Se reunieron varios representantes de cada clase e hicieron algunas
asambleas para intentar encontrar alguna solución. Propusieron varias ideas,
como por ejemplo dar las clases en el exterior para algunas asignaturas, sobre
todo las que tenían que ver con la naturaleza y el medio ambiente; por un lado
para poder ver al mismo tiempo la parte teórica con el propio medio, para poder
entender mejor los conocimientos y que resultaran más motivadoras las clases, y
por otro, alejarse de la rutina y de la incomodidad de las aulas.
Otra idea fue aportar vídeos y películas a la parte teórica para que
pudieran entender mejor algunas asignaturas. Propusieron, además, que fuese uno
o dos días a la semana, según la asignatura y el tema a tratar, y que fueran
los propios alumnos los que se ocuparan de buscar y consultar con los
profesores de la asignatura vídeos y películas que se adecuaran a los temas que
se estuvieran estudiando.
Llevaron estas y otras propuestas en un documento firmado por muchos de
los alumnos a una reunión con el personal docente y directivo del centro.
A los profesores y profesoras les sorprendió recibir
el documento, y que hubiera habido tanta movilización entre alumnos de varias
clases e incluso de varios cursos, y prometieron leer el documento detenidamente
y deliberar entre los miembros de la comunidad educativa.
Las respuestas llegaron un mes más tarde, tras una
larga reunión entre los profesores. No traían buenas noticias, no aprobaron sus
propuestas, al menos las más importantes. Rechazaron dar las clases fuera del
aula, por varias razones, por una parte porque dependían del tiempo que
hiciera, que no siempre es favorable para poder hacer actividades en el
exterior, y por otra porque consideraban que era una gran pérdida de tiempo lo
que tardaban en bajar las escaleras, colocarse y luego volver a subir con las
sillas y el material necesario, aparte de muy ruidoso y molesto para el resto
de clases que estuvieran estudiando otras asignaturas en sus propias aulas.
Tampoco aprobaron los vídeos y películas, ya que no disponían de ordenadores ni
televisiones para todas las aulas, y no era justo que algunos pudieran tenerlos
y otros no, así que las cosas continuaron tal y como estaban, pero los alumnos
no desistieron con sus intenciones, y siguieron dándole vueltas al tema para
intentar buscar otras soluciones más allá del propio instituto.
Planearon hablar con los padres a ver si se les
ocurría algo que pudieran hacer para provocar un cambio y alguna manera de
innovar.
Llegaron a un acuerdo, decidieron redactar una carta a
la Consejería de Educación comentando las quejas sobre la imagen y el escaso
mantenimiento de la fachada y el interior del edificio, y la falta de material
didáctico en el instituto para intentar conseguir que fueran conscientes de la
situación en la que se encontraba el alumnado.
Pasaron meses, y no recibieron ninguna respuesta, lo
que tomaron como una negativa, y decidieron dar un paso más en el tema,
llamaron a las televisiones para que se viera su caso por toda España. Consiguieron
que fuera efectivo, y mostraron la carta enviada a la Consejería, la cual no
tuvo respuesta, y su caso fue teniendo más repercusión y apoyo entre los
ciudadanos.
Ante tanto revuelo, poco tiempo después recibieron la
respuesta a la carta, respondieron que su problema sería investigado y
tratarían de encontrar soluciones válidas lo antes posible y recibirían una
nueva carta para conocer la solución tras la investigación y el debate que
supondría.
Por lo menos obtuvieron una respuesta, y se alegraron
por ello, pero no paralizaron el proceso. Continuaron buscando soluciones por
sus propios medios y consiguieron que la noticia llegara a varias empresas de
informática, que buscaban promoción. Estas empresas fueron involucrándose en lo
que los alumnos y alumnas de este instituto buscaban, y propusieron donar al
centro material informático.
Cada vez llegó más lejos, a más medios de
comunicación, y más empresas se unieron a la donación, hasta que este centro
consiguió poseer un gran material informático accesible para todas las clases y
bien distribuido, pero les surgió otro problema: los profesores y profesoras no
consideraban un buen método las clases mediante presentaciones con
diapositivas, vídeos, películas, pizarras digitales… Creían que era mejor el
método antiguo, dar las clases hablando y con los alumnos escuchando, y como
mucho de vez en cuando poner algún vídeo relacionado con el temario; pero el alumnado
o había llegado hasta ahí con tanto esfuerzo para luego no conseguir el apoyo
de sus propios docentes.
Hablaron con los profesores, les explicaron que habían
llegado muy lejos con este proceso, que habían conseguido muchos apoyos y ayuda
por parte de ciudadanos y empresas, y que debían tenerlo en cuenta y
utilizarlo, ya que era un avance y una innovación que iba a resultarles muy
útil en el día a día y en su futuro como estudiantes. Los profesores no estaban
de acuerdo, agradecían el apoyo pero no les convencían esos nuevos aparatos que
ni siquiera sabían para qué servían ni cómo utilizarlos.
Todo el alumnado decidió hacer una huelga, y durante
una semana nadie acudió a clase, para que los profesores tuvieran en cuenta y
aceptaran sus argumentos.
Durante esa semana fueron un grupo de padres y alumnos
a cada empresa de las que habían recibido el material e incluso a otras
diferentes para pedir que los profesionales informáticos hicieran cursos de
formación para enseñar al profesorado a utilizar los diferentes recursos que
poseían.
Cuando volvieron al instituto, explicaron al
profesorado que iban a recibir un curso para aprender a utilizar los medios
tecnológicos como material didáctico en las aulas. Accedieron a aprender a
utilizarlos, y vinieron los informáticos a dar los cursos. Les convencieron de
que las nuevas tecnologías eran muy importantes en el momento actual, ya que
los tiempos habían cambiado y debían adaptarse a ellos, ya que la innovación
puede ser muy enriquecedora tanto como para los alumnos como para los profesores,
que aprenden cosas que una pizarra y un folio no podía proporcionarles.
Consiguieron aprender a utilizarlos, y adaptarse poco
a poco a ellos, siendo conscientes de la importancia que tienen y lo útiles que
son para mostrar a los alumnos nuevos programas y darles la oportunidad de
probarlos y ser activos en el aula, pudiendo participar, dar opiniones y
aprender de forma mucho más efectiva.
Hubo muchos cambios, en gran parte de las clases se
utilizaba este nuevo material, pero tampoco se dejó atrás la función del
maestro, seguía habiendo clases en las que los profesores contaban la teoría y
los alumnos escuchaban, y continuaban escribiendo en la pizarra y tomando los
apuntes en los folios y cuadernos, pero siempre sabiendo que tenían una gran
oportunidad de innovación cuando lo consideraran oportuno.
Después de todas estas novedades, recibieron la carta
de la Consejería de Educación, con muy buenas noticias. Habían reconocido su
esfuerzo y habían decidido otorgar al centro con el “Premio a la Innovación
Tecnológica”, que incluía una importante dotación económica. Con ello, durante
el verano siguiente renovaron el exterior y el interior del instituto,
agrandaron todas las aulas, les proporcionaron más iluminación y ventilación,
con unos grandes ventanales, lo que añadió comodidad para estar en las aulas.
También añadieron un aula de informática en la que incluyeron más ordenadores
para que los pudieran utilizar los alumnos, y crearon un aula para que se
reunieran los representantes de los estudiantes, que habían conseguido tantas
cosas. La nueva fachada hacía que pareciera un instituto nuevo, y realmente lo
era.
Estas mejoras lograron que el instituto obtuviera un
gran prestigio como centro educativo y se convirtió en uno de los mejores de la
zona; todo esto lo consiguieron con la
colaboración entre padres, alumnos y profesores, y con la ayuda de los
ciudadanos que les apoyaron durante todo el proceso y, claro, por las nuevas
tecnologías que consiguieron poseer para innovar y adaptarse a los nuevos
tiempos.
Marta Millán Urzanqui
Marta Millán Urzanqui
Marta me ha gustado mucho tu nueva entrada. Puede pasar perfectamente por una noticia de actualidad en un periódico.
ResponderEliminarSe te ve comprometida con la causa.
Bien hecho!
Irene
Gran relato Marta se ve que has investigado sobre este tema y te has involucrado al máximo. Esperemos que este ejemplo se tome como referencia y poco a poco se vayan modernizando los colegios e institutos para una mejor en la educación.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu trabajo! :)
Diana